lunes, 25 de julio de 2011

Poemas de España


Nostalgia de juventud

Estos días azules y este sol de la infancia

me devuelven a la edad de mi hija.

Intento no pensar en los años que pasan

y mi alma se va arrugando

como un paño enjugado de llanto.

Observo las nubes que pasan

transformando el cielo celeste

en algodones de plata.

La lluvia comienza a caer

confundiéndose con la lágrima

que también asoma.

Estos días azules y este verano que llega

me transportan a la edad del juego.

Recuerdo los momentos vividos

y mi corazón se lastima

como un viejo libro por el uso.

Contemplo las cigüeñas que vuelan

como mis sueños en la mañana

y mis memorias con ellos.

La noche acude por el horizonte

mezclándose con la nostalgia

de un tiempo que quedó atrás.

Estos días azules y este sol que se apaga.


Blanca Oteiza Corujo (Vitoria)


SIRENA DEL MAR

Estos días azules y este sol de la infancia,

me hace recordar una historia de alta aristocracia.

En la Serena, extensa comarca extremeña,

se narra la historia de esta bella sirena.

De tradición marinera italiana es él,

De sangre noble andaluza su mujer.

Tenían una hija, con bonita sonrisa perlada,

rizos curvos de oro, tapaban su cara.

Años juntos de convivencia llevan ya,

tiempos muy buenos de alegre felicidad.

Tal como cuentan, felices vivían.

En gran finca moraban, que buena riqueza ofrecía.

Grandes fueron las ganancias, que allí pudieron juntar.

Trabajaron los campos, y pronto beneficios les dan.

Grande gozo sienten de ese idílico lugar,

miedo temen que algún día pueda acabar.

Enzo descansó, mientras la noche cayó.

Un sueño muy dulce tuvo, tan profundo se durmió.

1

Navegar océanos era su gran pasión,

hace años abandonó todo, por su dulce amor.

Si algún día volviera, a la mar marinera,

buscando iría a la más hermosa sirena.

De momento en tierra está, no tiene porqué buscar,

sirena terrestre tiene, con ella casado está.

Pero como toda historia no puede ser ejemplar,

a los pocos años, ella tiene una grave enfermedad.

Durante largo tiempo, Rosario descansó,

en su vieja cama ornamentada de su habitación.

Continuaba la vida sin razón de Dios,

ya no funciona la fórmula del buen amor.

Invierno blanco de frío y turbia lluvia llegó,

dejando el campo triste, de ausencia quedó.

Colores llegaron con la dulce primavera,

bonita época para mejorar Rosario de su espera.

Pero en el verano seco de la estepa extremeña.

El cuerpo y su alma, ya no tienen espera.

Tiempo de penas llegan, dando paso a la soledad.

No hay forma alguna, de poder mejorar.

2

En otoño, Enzo sale a la mar, en busca de otra alegre sirena;

con quién volver a la felicidad.

Tras largos años de gamas azules de mar,

vuelve a tierra a desembarcar.

Ya ha entendido que no tiene porqué más rebuscar.

Siempre ha tenido cerca, la sirena del mar.

En tierra firme está, claro lo tiene ya.

Joven hija, sirena es, su futura eternidad.


Diego López Gálvez (Don Benito-Badajoz)


DIAS AZULES Y SOL DE MI INFANCIA (Poema Ganador del Concurso)


Estos días azules y este sol de la infancia
son languidez y añoranza en mis ojos,
ahora los días se enturbian
en mi memoria cansada.
Estos días azules y este sol de la infancia
ya son “ésos” que sólo permanecen vivos
como ecos en mi permanente recuerdo.
Hoy, mi torpe pulso quiere escribir al pasado
y acercarlo al presente
para empaparme de colores vivos,
del sol brillante, juguetón, amoroso,
que maquilla de rojo pasión el horizonte
e incendia las vedijas.
Ese sol de la infancia,
el que llenaba los patios blancos de Sevilla,
fue el mismo que el de mi juventud,
que amarilleaba las espigas maduras,
más si cabe, y las doraba.
Antes las irguió, cuando verdes,
como lanzas hacia el cielo, altivas,
manifestándose sólo en posición reverente
cuando eran mecidas por el céfiro indolente.
Y es que el sol de mi infancia
no se fatiga nunca:
es el mismo que sigue dando brillo
a los lingotes de oro de paja
en los vastos campos de Castilla.
¡Ay sol y Duero!, ¡Duero y sol de mis amores!
¡Cómo los rayos pintan de color tus aguas
formando tornasoles en la superficie,
grácil, suave y ondulada.
Tus aguas parecían melena suelta de doncella
de pelo ondulado e irisado,
o el plumaje del cuello de torcaces y arrendajos.
Hermosura plena.
Hermosura nacarada en la piel del agua
que mece tu corriente serena.

Hoy mi vista cansada recorre en la memoria los senderos,
las curvas de ballesta del Duero,
los pájaros canoros en tus orillas,
orquesta de violines, flautas y liras,
que saltan de retamas y majuelos
salpicando el rostro del firmamento
pífanos que acompañan tu rumor casi silencioso.
Pero a mi memoria no sólo llega el Duero,
recuerdo las calles de Soria, los balcones de flores,
los trinos de las oscuras golondrinas,
quizás venidas del sur, las de Bécquer,
los campos salpicados de amapolas,
repletas de sangre sus corolas,
el zureo de palomas, los maullidos de gatos en celo,
el zumbido de las moscas, inevitables golosas,…
Y es que todo …todo bulle en mi efervescente recuerdo.
¡Todo lo de mi Soria querida!
Esos días azules me acercan
a mi primer amor: mi dulce y joven Leonor.
Mujer que me hiciste ver
todavía más azules, los días azules.

y los verdes, más verdes,

cuando los montes explosionaban
en primaveras de soles.
Juntos, vadeábamos caminos
para ver madrugar en los pinares la mañana,
en la Soria fría. Y tú, sol de mi infancia,
besabas de sus agujas el rocío
que eran perlas que ornamentaban su atavío.
También me enseñaste a descubrir colores,
que brillaban más con el sol juguetón de mi infancia
unido con tu sol de amor. ¡Soles de ingenuidad
y de deseos encendidos!

Y en una de las primaveras
con la savia y nuestra sangre alterada,
emergimos del túnel de la hibernada,
bullendo frenéticamente al compás de la savia.
Nuestro amor surgió arrebatador,
por generación espontánea,
en uno de los anaqueles
de la estación más florida,
como lo más sutil, exquisito
y puro de la quintaesencia.
Iluminado por ese mi cielo azul
que también era tu cielo
y por ese sol de mi infancia
que querías atrapar entre tus dedos.
¡Alquimia de días azules, de sol de la infancia,
de pétalos, corolas y hojas!
La magia nos ayudó a cruzar el umbral de una esperanza:
que el sino nos uniera
para calmar el ardor de muchas primaveras.
Pero no fueron muchas, y, prematuramente,
la crueldad del tiempo te arrastró,
¡mi querida Leonor!, a la tierra de Dios sin patria.

Hoy me envuelven aquí los recuerdos,
y sobre esta hoja en blanco los escribo
desde Colliure, pequeña población marítima
de intacta calma en el Rosellón francés.
A veces, el mediterráneo, me devuelve
los días cerúleos y el sol de mi inocencia.
Pero hoy, justamente hoy,
sus rugidos enfadados
no son como el rumor del Duero.
Sé que pronto me arrastrarán sus aguas
a ese confín donde se perderán
los días azules y el sol de mi infancia.


Isabel García Viñao (Jaca-Huesca)
SEUDONIMO: ARIADNA


MI INFANCIA

Estos días azules y este sol de la infancia

La sonrisa en la boca y la sal en los labios

La mar, siempre la mar, que esculpe furtiva

Diamantes y perlas en mi cuerpo de infante

La mar, siempre la mar, que me esconde

El tesoro inmortal de su estirpe divina

Un coral, una concha, un diablillo de plata

Una corona en espiral enterrada en la roca

Estos días azules y este sol de la infancia

Estas noches de luz y esta luna de escarcha

El recuerdo inmortal de las costas de Cádiz

El ejército de nubes que en el cielo se alza

La mar, siempre la mar en mi infancia.

Iván Fernández Frías (Santander)


ESTOS DÍAS AZULES (Poema Finalista)

Estos días azules

y este sol de la infancia

son el pan de la marcha,

del respiro la savia.

Mantienen mis pies de

barro despabilados

las centellas de un sol

que en invierno es de mayo,

y surge entre la sierra

la candela del alba

y despereza los

ojos y ríe y calla.

Estos días azules

y este sol de la infancia

son del viejo el vigor

y del sabio la rabia.

El viento tempranero

se cierne en gesto grato

bajo la suela ajada

de mi zapato ajado.

Respiran mis harapos

de pobre peregrino

al aliento alado

que del norte ha venido.

Estos días azules

y este sol de la infancia

son la paz de la guerra,

de lo malo la gracia.

Sobre mí ya despuntan

aves de níveas alas

dichosas de llevar

las cargas liberadas.

Vuelan saciadas de

elegancia y soltura

como hacen los hombres

que caminan sin ruta.

Estos días azules

y este sol de la infancia

acompañan la senda

de mi alma solitaria.


Javier Osorio Piñero (Barcelona)




El último viaje hacia el olvido

Estos días azules y este sol de la infancia,

alegraban su corazón herido y su triste alma,

sus ojos brillaban en la sonrisa del semblante,

su tez curtida por el paso de los años,

sus manos encallecidas por el arduo trabajo,

manos que se aferraban al sustento del báculo,

su lánguida mirada recorría el horizonte añil,

buscando los recuerdos perdidos,

sus pensamientos ligeros de equipaje,

en un viaje sin retorno viajaron a la infancia,

vocablos entrelazados en la incoherencia,

los recuerdos se iban desvaneciendo,

se fundían como la blanca nieve en primavera,

ya apenas recordaba el nombre de sus hijos,

ya apenas recordaba donde se hallaba su morada,

ya apenas recordaba el nombre de los anónimos objetos,

retratos de la divina juventud que se fueron borrando,

mente marchita que abandona a su efímero cuerpo,

mente marchita como flor en el gélido invierno,

mente fatigada que se desprende de sus conocimientos,

mente sumida en la vacía sombra del cruel olvido,

ojos locuaces y labios enmudecidos,

cuerpo que se degrada en su longevidad,

dolor de un anciano esqueleto carcomido,

se aproxima el último viaje sin equipaje sin recuerdos,

cuerpo y mente que se rebelaban a la esclavil coherencia,

mente que se subleva a la razón,

llanto de infancia de la mente vetusta,

una lagrima fugaz que recorre la mejilla,

sueño desvelado en la triste oscura noche.

Alma alegre de una vida vivida,

alma alegre de la última meta ignota,

cuna y sepulcro separados por la vida,

rostro atezado dolorido bajo el cielo azul,

rostro atezado sonriente bajo el cielo azul,

la edad corvaba su espalda al igual que la fragua el frío hierro,

pasaba las horas contemplando la vacía sombra,

pasaba las horas buscando los recuerdos arrebatados,

dormitaba en el silencio de su mente,

despertaba salmodiando una letanía,

con sus tristes ojos buscaba el fugaz saludo,

su hija le atusaba su plateado cabello,

palabras de cariño le reconfortaban el alma.

José Mariano Seral Escario (Huesca)




LAS DOS HERMANAS

Estos días azules

y este sol de infancia,

tienen unas noches

con sueños de elegancia.

Las dos hermanas duermen

cara a cara, pecho a pecho,

quien pudiera coger flores

de este jardín tan estrecho.

Las dos hermanas visten

ropas de terciopelo,

medias de encaje

y zapatos negros.

Las dos hermanas tienen

marido e hijos bellos,

son ellas las que hacen

lo que no hacen ellos.

Las dos hermanas lavan,

cosen y planchan

las ropas blancas,

y de color bermejo.

Las dos hermanas pintan

habitaciones y puertas,

con barniz , brochas

y pinturas sueltas.

Las dos hermanas cocinan

tengan o no gana,

sábados, domingos,

y demás días de la semana.

Las dos hermanas son madres

de niños pequeños,

revoltosos y traviesos

como “Rompetechos”.

Las dos hermanas lloran

a sus antepasados muertos,

sus vidas, recuerdos

y todos sus hechos.

Las dos hermanas cantan

todos los días del año,

sea primavera , otoño,

invierno o verano.

Las dos hermanas ríen

cuando están alegres,

menos de lo que quieren

y por cosas diferentes.

Las dos hermanas cultivan

plantas en sus macetas,

rosas, tulipanes y claveles

son sus cosechas.

Las dos hermanas compran

bebida, carne y enseres,

pero no pueden comprar

marisco y percebes.

Las dos hermanas limpian

todas las habitaciones,

con escobas, fregonas

y recogedores.

Las dos hermanas sueñan

con tener perfumes y joyas,

para poder así mostrar

su elegancia y belleza.

Las dos hermanas viven

en casas muy modestas,

sin jardines, sin piscinas,

ni muchas cestas.

Las dos hermanas

son dos mujeres,

que sueñan y viven

con sus quehaceres.

Las dos hermanas

se hablan y se miran,

con cariño, amor

y mucho afán.

Las dos hermanas

siempre llegaran,

por aire, tierra o mar

a algún sitio o lugar.

Las dos hermanas

poco a poco se van,

a alguna otra historia

podernos contar.

Las dos hermanas,

fueron, son y serán

las dos hermanas

que siempre se querrán.

Josep Manuel Segarra Bellés (Quart de Poblet-Valencia)

Seudónimo : BORRASCA




Estos días azules y este sol de la infancia

se acercan tímidamente

acariciando mi cara

sereno sol cual de estío

que desordena mi alma

mientras sigo andando caminos

sin retornar nunca a casa.

Aquellos patios barridos

de tantas hojas de parra

corriendo entre tantos niños

con olores de mañana

escondiéndome entre sayas

de aquellas matronas de antaño

que entre paños te arropaban.

Esos días han vuelto

y yo vuelvo a recordar

aquella infancia dorada

que nos hacía vibrar.

Esos días azules

que un día tornaron grises

cuando los hombres olvidan

de la infancia sus matices.

Días enmarañados

que vuelven de nuevo a mí

resurgen de muy adentro,

de nuevo siento vivir.

Tristeza abatida en calma,

de esos días repetidos,

inflando grata esperanza

de ver un sueño cumplido

de poder volver a casa.

Este sol de la infancia

que vuelve a salir de nuevo

se esconde entre nubarrones,

a veces me trae recuerdos.

María Dolores Pérez Martínez (Moratalla-Murcia)


La ánfora

Estos días azules y este sol de la infancia...

Emprendo este viaje en la recta final del difícil invierno.

Cojo la hoja de ruta, y me dirijo a la bahía de los marineros,

Y me desplazo al delta del río,

Para explorar el vulnerable polo norte que es tu cuerpo.

Observo fenómenos visuales en la atmósfera y en la espectacular aurora.

La dispersión de la luz del circulo polar antártico se refleja

En el espejo del tiempo bajo amenaza de lluvia.

Obnubilado, hundido en la desesperación,

Quisiera borrar los inasequibles versos que llueven de tus labios.

Tórrido ramillete de agua pura, crisol de color.

Se despereza el recién estrenado y travieso mágico azul.

La esencia atrapada en la periferia

Surge arañando la enlutada noche de tus pupilas.

La culminación de la imaginación desnuda de un paraje de otra galaxia,

Que confluyen en el ombligo de mi mundo.

En territorio deslizante e imposible se enciende el presente y el futuro.

Cierra los ojos y déjate arrastrar por el hechizo de un millón de estrellas,

Que por orden mía van a robar todos los poros de tu piel.

Alójate en la habitación del silencio, abre la maleta del atardecer,

Donde guardo la intemporal ánfora donde conservo

El calor de la fugitiva y vacía ceniza del hemisferio izquierdo,

Y tantas cosas que por falta de valor no te dije,

Y me siguen quemando para el resto de mi vida...


María del Pilar Redondo López (Córdoba)


LA MEMORIA DEL ESPEJO

Estos días azules y este sol de la infancia

que pernocta en la noche de mis regresos,

como si no hubiese pasado el tiempo

a zancadas. Y sublimes, me zarandean

delicadamente, la memoria en calma,

me desnudan, tú sabes lo que es eso;

volver, con los ojos cerrados

a mirarte en el espejo de la inocencia.

Volver, como el cuerpo detenido

en un aljibe de luz, rebosante y sediento.

Tú, Sol, eres la misma cadencia

de aquellos interminables veranos,

que terminaron

con un beso a sorbos, tan pronto. Tanto.

Luchar, por conservar el remanso de la niñez.

Que no se diluya entre pliegues desertores,

o entre los años del envés de la vida.

Recordar. Acordarme que viví

Hace siglos bajo aquel cielo. Este mismo.

Y saber, que si algún día se nubla mi horizonte...

simplemente habré de imaginarte

para tornar de nuevo

a esos días azules, a este sol de mi infancia.

Mercedes Jurado Chía (Gilena-Sevilla)


Edén Perdido

"Estos días azules y este sol de la infancia"

no escucha mi voz sonámbula,

grito y anido en tus ojos.

La memoria ingrávida

no perdona.

Sólo percibo

un corto gemido.

Busco fehaciente en tu piel,

y coso los pensamientos.

El luto de la tarde

me convierte en edén

de invierno.

Sin fanfarria, sentado

en el exilio,

sólo encuentro hermetismo.

Tus lágrimas ya no tocan mis pies.

Tu sangre, ya no late en mi pluma.

Corto hilos pasados

entre incienso y azahar.

Ahora,

el aire acaricia mi cara

hasta rozar el duro asfalto.


Óscar Rodrigáñez Flores (San Sebastián de los Reyes-Madrid)


DESCALZA

"Estos días azules y este sol de la infancia",

Llamas hoy a mi puerta, pides pero no das

entrega de presencia, solo estás. Creo sentir tus

pisadas en mi casa.

Descalza sobre el suelo de terracota danzo

e invoco sabores de tréboles y laurel, círculos

y luz de antorcha te dan el pasa-manos de mi

escalera.

¿Austeridad ó magia de Morgana y Cuza?

Tu amor recorre mi ser, mientras mi gata

Luna juega a mis pies. Tu cuerpo me da sombra

y calor. En mi cocina llenas de frutos mi loza

de barro. Tus brazos protectores y recios dan

cálida luz a mis deseos y desengaños en un

minuto.

Pilar Sastre Tarduchy (San Sebastián de los Reyes-Madrid)


Aquella playa

Estos días azules y este sol de la infancia,

Recuerdan a una playa que una vez soñé:

Si paseo conociendo la sutileza de la arena,

Como si hablase con cada puñado que me roza,

Sin ser un marinero que habla con el agua,

Ni el dueño entregado que abraza a su perro.

Si lanzo la mirada hacia ambos lados,

Separados por un horizonte mojado

Que no se cansa de sonreír cada día

Para descansar en forma de olas cada noche.

Si en esa playa que invento conmovido

Por las ganas de pasearla junto a ti,

Aparece de esas olas el genio de la lámpara,

No quiero riquezas ni lujos baladíes.

Sólo deseo en un mundo de arenas cómplices,

Dibujar cercanas las huellas de tu camino.


Rafael Ayerbe Algaba (Espartinas-Sevilla)


[SIN TITULO]


Estos días azules y este sol de la infancia
me llevan a ti, sin destino ni sombra.
[En caricaturant de l'oubli
tous mes amours qui nous inondaient.]
Traje un jilguero auxiliándome
desde el papel a la anestesiada boca...

De su lirismo canto magistral
se hundía el abismo en una canción inacabada.
[¡Vous ne trouverez jamais plus bondad
en un être tellement diminuto!]
Ajeno al odio, envidias o resquemores.
Exento de maleficios y oportunos conjuros.

Ya no importan esos caducos florecimientos,
mientras aguardemos milagros
indagando las soledades del mundo…
(¡Cuántos secretos guardaron tus últimos silencios!)






Podrían revelarnos y aún te asaltarían críticas.
Sofisticadas inspecciones de iracundos.

Aunque no importa, aún quedamos escurridizos
pajarillos alabando tu obra y destino.
Que de tanto deseo, seguiremos alzando los vuelos
encontrándonos contigo, a nosotros mismos
en estos días azules,
bajo un sol que siempre nos acompaña
como pueriles recuerdos entre las nanas maternas...


Vicente Gómez Quiles (Castellón)




Allá donde habiten mis recuerdos


Estos días azules y este sol de la infancia
traen a mi memoria los juegos infantiles
en los que todo valía.
La regla más importante era
sonreír.
Ahora vuelven esos tonos,
calmados, sosegados,
que entran en mi vista con total
naturalidad, y,
contemplo el horizonte.
El azul se pierde más allá
del alcance de mi mirada.
Tal y como nuestro destino.
Allá donde termine este azul y este sol,
allá donde habiten mis recuerdos…
allá será donde mi alma deba regresar,
para poder descansar en paz.
En el mundo del recuerdo es todo hermoso,
y hermosos son los días que ahora vivo.
Cuántos serán…eso ya se verá.
Pero lo que sí haré, será disfrutar…
Pues la vida es tan efímera
como los rayos de este espléndido sol
del que ahora relajado disfruto.
Como lo hice tantas y tantas veces,
en mi niñez, juventud y madurez.


Yaiza Lujua De Cáceres (Bilbao)


DULCE ESPERA

Estos días azules y este sol de la infancia me encuentran

tumbada sobre mi manta suave y extensa bajo el gran cerezo,

mientras escucho el sonido de los pájaros y un caballo a lo lejos.

Estos minutos blancos, llenos de espera e intriga,

Los lleno bebiendo té y mirando la montaña verde,

Falta poco para que vengas, muy poco.

Estos segundos rosas pensando dulcemente en ti,

Mientras tú recorres los kilómetros ,

Los cientos de kilómetros que nos separan…

Ya te siento. Estás cerca. Ya vienes. Ya llegas.

Verónica López Fernández (Villablino-León)




Retorno a la edad de la inocencia

“Estos días azules y este sol de la infancia.”

Antonio Machado

Estos días azules

y este sol de la infancia.

Retorno a soles que

construyeron la edad de la inocencia.

Retorno a la tormenta

envuelta en lluvia plomiza y hojarasca,

a todos los caminos encharcados

devolviéndole al cielo su mirada.

Retorno a aquella piel embadurnada

de placenta,

a la boca sin dientes impoluta,

a la mirada limpia,

a los pies sin zapatos,

a sueños de corderos como nubes,

de las nubes como alas,

y a un pecho latiendo trémulo junto

a la mejilla blanda.

Retorno a la bondad fiel sin fisuras,

al origen del alma,

si existió alguna fuente del origen,

comienzo de la nada.

************************************

Antonia Toscano López (Ronda-Málaga)




Machado, eterno y azul

“Estos días azules y este sol de infancia”
murieron en su bolsillo de invierno,
y, sin quererlo,
van corriendo tras los versos del poeta,
sellando físicamente una historia,
perenne en la mente del mundo.


Estos días azules y este sol de infancia
viven rezagados, invisibles, añorados,
luchando por sobrevivir
en los días aciagos de tormenta
y sufrimiento;
para hacer de cada día la aventura
del recuerdo.

“Estos días azules y este sol de infancia”…

Estos días azules y este sol de infancia,
fueron y son míos
desde versos irrepetibles
y mil rayos ausentes y cercanos
de inmensa luz y palabra.

Blanca Uriarte Fernández de Pinedo (Vitoria-Álava)


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